viernes, 11 de febrero de 2011

La Literatura del siglo XVIII


 Índice

La literatura del siglo XVIII

-Marco histórico y cultural
           
            -Sociedad y cultura
            -La estética. El neoclasicismo
            -La España del siglo XVIII
            -Difusión del pensamiento ilustrado
            -La lengua
            -Literatura Española en el siglo XVIII

-El neoclasicismo
           
            -La poesía del siglo XVIII
            -Juan Meléndez Valdés

            -La prosa en el siglo XVIII
            -Fray Benito Jerónimo Feijoo
            -José Cadalso
            -Gaspar Melchor de Jovellanos
           
            -El teatro en el siglo XVIII
            -Leandro Fernández de Moratín
La literatura del siglo XVIII

El siglo XVIII se inició bajo una fuerte influencia de la Ilustración. El período también es conocido como Siglo de las Luces.
En Francia estas ideas reformadoras triunfaron rápidamente con pensadores como Voltaire, Montesquieu y Rousseau, desde dónde se expandieron al resto de Europa. La Enciclopedia fue el mayor vehículo de difusión de las ideas ilustradas.
Se justifica el despotismo ilustrado, un estado regido por un monarca absoluto, que proporciona el bienestar a los súbditos pero sin contar con ellos.

Marco histórico y cultural

Sociedad y cultura
Respecto a la política, los reyes absolutos acaban culminan su dominio frente al poder eclesiástico. La Iglesia, que hasta entonces había monopolizado la enseñanza y disponía de muchas propiedades, se oponía a las reformas educativas y económicas.
En lo social, destaca el crecimiento de la burguesía urbana, comercial e industrial. La burguesía, que no posee de privilegios como la nobleza, generalmente apoya las reformas.
En el pensamiento, se desarrollan las teorías sobre el bienestar social, que aspiran a mejorar la organización social. Los descubrimientos de la máquina de vapor y la vacuna contribuyeron a mejorar la calidad de vida. Empieza a manifestarse preocupación social desde una perspectiva laica, que se propone cambiar el término de caridad por el de filantropía o humanitarismo, es decir, amor al ser humano.
En el ámbito religioso los ilustraos critican a la Iglesia y los dogmas (creencias indemostrables). Se inicia entonces una serie de diferentes visiones respecto a la religión, algunos racionalistas expresan su postura desde la visión cristiana, otros defendían el deísmo, es decir, la idea de una nueva divinidad o Ser Supremo, que puede manifestarse a través de cualquier religión, y nace  una visión materialista y atea.
En lo cultural, se valoran especialmente la filosofía y la ciencia. Se defiende un arte que sea útil a la sociedad, para contribuir a su mejora y modernización, es decir, un arte didáctico y utilitario.
                                                                                                                   
La estética, el neoclasicismo
El estilo del siglo XVIII es el neoclasicismo, inspirado en un modelo grecolatino. El neoclasicismo sigue las normas clásicas y recoge la concepción aristotélica del arte, que indica que la obra artística ha de reflejar motivos y personajes genéricos o universales y tener una finalidad didáctica. Se valora el equilibrio, la naturalidad y la verosimilitud (el buen gusto). El arte neoclásico tiene cierto tono  academista y frío debido al predominio de lo racional.
A finales de siglo, nace una nueva sensibilidad, más sentimental y emotiva, conocida con el nombre de prerromanticismo, que procede del humanitarismo, corriente que reacciona contra la estética neoclásica y sus normas, y reivindica la primacía del sentimiento sobre la razón, y la expresión de la intimidad en el arte. En los países europeos  se desarrolla con escritores como J.J.Rousseau, (La nueva Elosía) y W.Goethe (Las desventuras del joven Werther).
                                                                                                                    
La España del siglo XVIII
Después de la guerra de Sucesión se instaura la dinastía de los Borbones, partidaria del reformismo ilustrado. Pero por miedo a cualquier acto revolucionario, se censura cualquier tendencia racionalista y reformista.
El pensamiento ilustrado se difundió poco y tardíamente, entre la burguesía, la nobleza y el clero.
El pensamiento ilustrado encontró una clara oposición entre gran parte del clero, la nobleza y el pueblo, que veía estas ideas como una herejía religiosa, una descomposición política  y la imposición de una moda extranjerizante y uniformadora. El enfrentamiento entre la minoría ilustrada y los tradicionalistas fue muy largo y violento. Pero la burguesía, la baja nobleza y algunos sectores del clero colaboraron en la difusión de estas ideas y en el prestigio del criticismo racionalista.
En el siglo XVIII se distinguen tres períodos:
-Reinados de Felipe V y Fernando VI (introducción de las ideas ilustradas).
-Reinado de Carlos III(difusión de las ideas reformistas, protegidas por el poder).
-Reinado de Carlos IV (la monarquía y la nobleza atacaron el criticismo nacionalista, por temor al radicalismo revolucionario).
                                                                                                                   

Difusión del pensamiento Ilustrado
En la propagación del pensamiento ilustrado colaboraron varios factores: los contactos con el extranjero – viajes y traducciones-. Los periódicos, las instituciones académicas y las asociaciones ciudadanas que aspiraban a modernizar el país como las tertulias u sociedades diversas.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, los líderes de la Ilustración libraron una ardua lucha contra fuerzas considerables. Muchos fueron encarcelados por sus escritos, y la mayoría sufrió persecución y penas por parte de la censura gubernamental, así como descalificaciones y condenas de la Iglesia. En muchos aspectos, sin embargo, las últimas décadas del siglo marcaron un triunfo del movimiento en Europa y en toda América. 
Por esta razón los ilustrados españoles no eran muy numerosos y, en general, fueron reformistas, no revolucionarios. Procedían de la baja nobleza, la burguesía y el clero.
Las ideas ilustradas penetraron en el país a través de diversas vías; unas veces protegidas por el poder político  que organizaba las instituciones y otras veces a partir de grupos sociales independientes. El enorme incremento en la publicación de periódicos y libros aseguró una amplia difusión de sus ideas como también viajes al extranjero, las traducciones , tertulias, academias y asociaciones.
Ejemplos: Tertulia de la Fonda de San Sebastián
               Sociedades Económicas de Amigos  del país
Entre las instituciones creadas desde el poder destaca  la Real Academia de la Lengua, que llevará a cabo obras como el Diccionario De Autoridades la gramática  y la ortografía. Son obras normativas, que marcan el uso correcto del lenguaje. También se fundaron otras academias: de la Historia , de la Medicina o de las Buenas Letras, instituciones en las que se investigaba y se actualizaban los conocimientos.
           
La lengua                                          
Las personas cultas del siglo XVIII defendían un lenguaje claro, conciso y sencillo, y rechazaban con vehemencia las complicaciones barrocas, muy extendidas en algunos ámbitos como por ejemplo, en los sermones eclesiásticos.
La influencia francesa se refleja en la incorporación de numerosos galicismos, algunos de los cuales respondían a un cierto esnobismo, es decir, admiración por lo que está de moda.

La prosa
Aunque la narrativa es muy poco cultivada en este periodo, sí que abunda la que podríamos denominar prosa educativa y doctrinal, cuyo fin más importante es la reforma de las costumbres. En este campo destacan

Fray Benito Jerónimo Feijoo
Nacido en Orense en 1676 y muerto en Oviedo en 1764, su saber se plasmó en multitud de ensayos que agrupó bajo los títulos de Teatro crítico universal (ocho tomos: 1726-1739) y Cartas eruditas y curiosas (cinco volúmenes: 1742-1760). Consideraba imprescindible sacar a España de su atraso y por ello su obra es de eminente carácter didáctico, marcadamente católico, es cierto, pero con la intención de que las nuevas corrientes empíricas y racionales arraigasen, al menos, en las clases cultas.
Su producción abarca campos muy diversos, como la economía, la política, la astronomía, las matemáticas, la física, la historia, la religión, etc.
Su estilo se caracterizó por la sencillez, naturalidad y claridad.

Gaspar Melchor de Jovellanos

Jovellanos (Gijón, 1744 - Puerto de Vega, Asturias, 1811) es probablemente el ensayista más importante del siglo XVIII gracias a los puestos que desempeñó en la Administración (alcalde de Casa y Corte, ministro de Gracia y Justicia, Consejero de Estado, de la Junta Central que hacía frente al ejército napoleónico).
 José Cadalso
Cadalso (1741 - 1782) es otro de los grandes prosistas españoles del siglo XVIII, aunque tocó los restantes géneros literarios.

                                                                                                                     

La lírica

La poesía española del siglo XVIII no es uniforme, sino que muestra diferentes tendencias:
-Enfrentamiento con el estilo barroco.
-Vuelta a los modelos clásicos (griegos y romanos) y del Renacimiento español.

Los temas principales son:
-Pastoriles.
-El amor, visto de una forma sensual y tierna
-Los placeres de la vida: el vino, las fiestas.
-Innovaciones métricas.

Sometimiento a las reglas de arte.
Didactismo. Esto explica la abundancia de fábulas, género muy útil para conseguir el ideal ilustrado de "enseñar entreteniendo".
Poesía prerromántica.
Los temas más característicos son la soledad, el fracaso amoroso, la muerte.
La ambientación tenebrosa.
Lingüísticamente se caracterizan por la abundancia de exclamaciones, apóstrofes.
Al final impuso su autoridad la Real Academia, y quedaron  incorporados los galicismos que respondían  a las traducciones de términos poco usados anteriormente, por ejemplo; gabinete o espectador.

                                                                                                         
Poesía del siglo XVIII.
La poesía neoclásica, en la que destaca Juan Meléndez Valdés  se basa en los principios que Luzán había recogido en su Poética: "La poesía es imitación de la naturaleza, con doble finalidad: utilidad y deleite". En general, se trata de una poesía didáctica y utilitaria y se pretende que se propague el "buen gusto". Y cultivan los géneros clásicos que se ajustan a ese objetivo: la poesía anacreóntica, la oda, la sátira, la epístola y, sobretodo la fábula. En esta última es el género didáctico por excelencia en el que destacan Tomás de Iniarte y Félix María Samaniego. Una lírica sencilla, sensual que enlaza con el clasicismo renacentista, el mundo de la Arcadia y los poetas bucólicos: la anacreóntica. Es la poesía Rococó y Meléndez Valdés es su mejor cultivador.
 Los autores neoclásicos se encuadran en grupos poéticos o escuelas:
·         Escuela salmantina:
José Cadalso fue un destacado prosista que publicó sus poemas (Ocios de mi juventud) en 1772.
Jovellanos cultivó todos los géneros y estuvo relacionado con este grupo al que aconsejó tratar temas graves. Sus sátiras encierran un hondo afán de reforma social.
Meléndez Valdés es el poeta más destacado del siglo. Escribió varios géneros, pero destacan sus Anacreónticas, una poesía sensual, epicúrea cuyos temas giran en torno a la alegoría del amor envuelta en una escenografía grave. Sus modelos son Garcilaso y Fray Luis. Más tarde por influencia de Jovellanos trata temas filosóficos de carácter moral y social.
·         Escuela madrileña:
Pertenecen Nicolás Fdez de Moratín y su hijo Leandro Fdez de Moratín, quién escribió, además de teatro, la poesía en 2 vertientes:
- Satírica: su poema A Claudio en el que censura las malas costumbres y la ignorancia.
- Lírica: Elegía a las musas en el que agradece a las musas toda una vida dedicada a la literatura.

Juan Meléndez Valdés

Conocemos la vida de Meléndez Valdés gracias al documentado trabajo del hispanista francés Georges Demerson (1971), complementado en los últimos tiempos con la Biografía (1996) de Antonio Astorgano.
Nació en Ribera del Fresno (Badajoz) el 11 de marzo de 1754 en el seno de un hogar campesino. Sus padres, don Juan Antonio Meléndez Valdés y doña María de los Ángeles Díaz Cacho, procedían respectivamente de los pueblos de Salvaleón y Mérida. Estudió latín y Filosofía durante tres cursos académicos en el Colegio de Santo Tomás, regido por los padres dominicos, que estaba situado en la calle de Atocha. Completó su formación a lo largo de dos años en los prestigiosos Reales Estudios de San Isidro, libres ya de la tutela jesuítica tras la disolución de la Congregación, donde aprendió lengua griega y filosofía moral. En 1772 se trasladó a Salamanca para iniciar su formación superior en la Facultad de Derecho, período investigado por Alarcos García (1926).
 Al mismo tiempo que tomaba contacto con el mundo de las Leyes, no decreció su atención a los estudios clásicos, ya que participaba en las clases de griego que impartía el padre Zamora. En 1783 se doctora en derecho. En este tiempo escribe "Las enamoradas anacreónticas" y "Los besos de amor" y se casa con María Andrea de Coca.
 En 1784 Meléndez participa para uno de los tres premios ofrecido por la ciudad de Madrid para la mejor composición dramática, obteniendo uno de ellos por "Las bodas de Camacho el rico". A estas alturas se encuentra ya con una gran fama por todo el país.
Ha madurado y es conocido por todos los intelectuales, poetas y escritores de la época. El famoso impresor Joaquín Ibarra publica en 1785 el primer volumen de sus poemas con gran éxito, realizándose diversas ediciones. En 1798 comienza a ejercer de fiscal durante siete meses y con el favor de Jovellanos, obtiene los destinos sucesivos de juez de la corte en Zaragoza en 1789, canciller en Valladolid en 1791 y fiscal de la Sala de Alcaldes de la Casa y Corte en Madrid en 1797, cargo que ocupará apenas siete meses; escribe entonces sus Discursos forenses, que circularon de forma manuscrita hasta ser publicados durante el Trienio Liberal.
Con la caída de Jovellanos, Meléndez se ve obligado a dejar Madrid el 27 de agosto de 1798, y le envían a supervisar las obras de un cuartel que se construía en Medina del Campo, lo que suponía en la práctica un castigo. Pero en 1802 se le devuelven sus emolumentos como fiscal y va a vivir a Zamora, donde se dedicó a proyectos sociales y al estudio.
 Marcha luego a Salamanca y a Madrid. Tras la ocupación francesa, se pone al servicio de José I de España, ocupando puestos en el Consejo de Estado y la condecoración como Caballero de la Real Orden de España, lo que le acarreará graves problemas como afrancesado a la salida del rey tras la Guerra de la Independencia. Huido a Francia, residió sucesivamente en Toulouse, Montpellier, Nîmes, Alais y Montauban; su salud se deteriora y se ve aquejado de fuertes depresiones y cuatro años más tarde fallece en Montpellier.
Sus restos volvieron a Madrid en 1900 y después de un breve paso por el Panteón de Hombres Ilustres reposan finalmente en un mausoleo conjunto con Goya, Moratín y Donoso Cortés, obra de Ricardo Bellver en el Cementerio de San Justo. Además de las ya reseñadas, otras obras del autor son "Poesías" (1785), "A Llaguno" (1794), "Sobre el fanatismo" (1795), "Alarma española" (1808), "Oda a José Bonaparte" (1810-1811), "Prólogo de Nimes" (1815) y "Discursos Forenses" (1821).

La prosa en el siglo XVIII
En la prosa del siglo XVIII se dan tendencias posbarroca, neoclásica y prerromántica. Aunque los más significativo fue el desarrollo del ensayo, con Feijoo y Jovellanos, que emplean un nuevo lenguaje natural, preciso y funcional.
En la narrativa, el novelista más representativo es Cadalso.
El género de mayor esplendor  con autores como Feijoo y Jovellanos, fue el ensayo, que ayudó a difundir un lenguaje más moderno y sencillo, labor que también realizaron los periódicos de divulgación. La novela, en cambio fue poco desarrollada, con la excepción del padre de Isla y Cadalso.
La prosa del siglo XVIII se distingue en tres fases:
-Prosa posbarroca. Representada por Diego Torres de Villaroel.
-Prosa neoclásica ilustrada. Gran calidad en el ensayo y en la crítica de Feijoo, Cadalso y Jovellanos.
-Prosa prerromántica. Cadalso y Jovellanos.

Fray Benito Jerónimo de Feijoo
Fray Benito Jerónimo de Feijoo nació en Casdemiro (Ourense) en 1676 y murió en Oviedo en 1764. Procedía de una familia de hidalgos. Ingresó en la orden benedictina de San Julián de Samos, y después de estudiar en Lérez y Salamanca, pasó al convento de San Vicente de Oviedo (1709), dónde se doctoró y del que fue abad. Obtuvo diversas cátedras en la universidad de Oviedo, hasta que en 1736 logró la de Prima. Fue maestro general de su orden y, en 1748 Fernando VI le nombró miembro del consejo de Castilla.
A partir de 1726 inició la publicación de sus dos grandes obras enciclopédicas:  El teatro crítico universal (9 volúmenes) y Las cartas eruditas y curiosas (5 volúmenes) que tuvieron una enorme difusión en España (15 ediciones antes de 1786) y fueron traducidas a los principales idiomas europeos.
Sus obras provocaron dudas sobre concepciones de la vida y se abrieron las puertas a la razón. Estas obras tratan de temas muy variados, desde matemáticas, medicina y agricultura hasta historias filosóficas o literatura donde se recogen y comentan toda novedad Científica y Técnica. Utilizando el método experimental, se enfrentó a tradiciones, abusos (por ejemplo el antisemitismo), supersticiones y leyendas con un escepticismo racionalista, que hace de él un precursor excepcional del pensamiento ilustrado español.
Educado en la escolástica, reaccionó contra ella criticando toda tesis que sólo viniese avalada por la autoridad o la tradición, aunque fue muy cuidadoso en no conculcar ningún dogma católico. Es especialmente interesante su crítica a la medicina contemporánea, a la que opuso una terapéutica natural y basada en el sentido común, a la vez que insistía en el tratamiento psíquico de determinadas enfermedades (reconocimiento del histerismo en personas que pasaban por endemoniadas), que le hacen precursor de ciertos aspectos del psicoanálisis; a este respecto propugnó una reforma de los estudios médicos, que luego generalizó para todas las materias. Otro aspecto importante del vivaz, ágil e irónico ensayo feijoniano es su crítica a la situación económico social de la época, sobre todo respecto al problema agrarioHonra y provecho de la agricultura (1739), el Feijoo que en el terreno cultural se muestra irreconciliable enemigo del vulgo, denuncia aquí de forma demoledora su miseria.

José Cadalso
José Cadalso nació en Cádiz, el 8 de Octubre del 1741. Su familia pertenecía al linaje del señor de Vizcaya. Su padre siempre estaba ausente por los negocios en las Américas, e iba a tardar 13 años en conocer a su propio hijo, y su madre falleció consecuencia del parto. Se encargo del cuidado y la educación un tío jesuita, el padre  Vázquez. El padre Vázquez envió a José Caldos a estudiar a Francia. Al llegar su padre depuse de 13 años de América, se dirigió a París en busca de su amado hijo. Gracias a su ansia de cambiar de ambientes, viajo por Inglaterra, Holanda, Alemania, Italia, donde aprendió numerosos idiomas, ya mas tarde volvió a España con diecisiete años. Su vida se conoce mas por una obra escrita llamada Memoria de los acontecimientos más particulares de mi vida.
Gran conocedor del neoclasicismo y del prerromátricos, es autor de la obra narrativa mas significativa de la ilustración, Cartas marruecas. En ellas Cadalso realiza una sátira social siguiendo el modelo de Cartas persas de Montesquieu: Un viajero por un país extraño va escribiendo unas cartas explicando todo que le va sucediendo y ve. En esas cartas critica las costumbres, las ideas i la organización social hispánica.
Cadalso también escribió Noches lúgubres, elegía en prosa que se enmarca en la literatura sepulcral del prerromanticismo. La obra, recoge en forma dialogada la historia que trata de un muchacho llamado Tediato, que, tras la muerte de su amada, decide desenterrarla y quemarse junto a ella.
A los años comprendidos entre 1771–1774 corresponde su más efectiva actividad literaria. Los eruditos a la violeta (1772) es una sátira breve y ligera contra un tipo de educación entonces frecuente: la erudición meramente superficial.

Gaspar Melchor de Jovellanos
Nació en el seno de una familia noble de Gijón, aunque sin fortuna. Tras cursar sus primeros estudios en Gijón, en 1757 marchó a Oviedo para estudiar Filosofía en la universidad. En 1760, bajo la protección del obispo local, parte hacia Ávila para realizar estudios eclesiásticos. En 1761 se gradúa en bachiller en Cánones (Derecho canónico) en la Universidad de Osma, obteniendo la licenciatura en la Universidad de Ávila en 1763. En 1764 fue becado en el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá, para seguir sus estudios eclesiásticos, graduándose de bachiller en Cánones. Allí conoció a Cadalso y a Campomanes.
Escritor y político, vivió intensamente los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XVII. Participo en las políticas reformistas de Carlos III y Carlos IV.
Es un destacado representante del ensayo, géneros que trata de temas más variados: la educación, economía, agricultura, derecho, etc. Desde su postura como ilustrado decidió cambiar el país mediante obras como Memorias para el arreglo de las políticas de espectáculos, una reflexión sobre las formas de entretenimiento que ofrece la sociedad, critica el espectáculo de toros, que considera bárbaro. En la obra, considera que la cultura es el origen de la prosperidad social y de la felicidad personal.
Gaspar Melchor también escribió sátiras, epístolas y teatro en prosa. Como dramaturgo es autor de la tragedia Pelayo y el drama sentimental el delincuente honrado donde de
defiende una justicia comprensiva y benévola.
Teatro en el siglo XVIII
Vivió una época convulsa en el siglo XVIII, ya que se produjeron virulentas polémicas entre los partidarios del teatro barroco y los defensores del teatro ilustrado. El dramaturgo mas representativo del neoclasicismo es Leandro Fernández de Moratín.
Estas polémicas fueron constantes durante buena parte del siglo XVIII. Los enfrentamientos entre partidarios de uno u otro tipo de teatro alcanzaron a intelectuales, dramaturgos y espectadores con una pasión inusitada. En medio de estas apasionadas polémicas en 1765 Carlos III prohibió la representación de los autos lo que provocó reacciones airadas.
Como en los otros géneros, en el teatro del siglo XVIII se distinguen varias corrientes:
-Teatro posbarroco :la comedia posbarroca triunfa durante la primera mitad de siglo en los escenarios y en las imprentas. Se imita sobre todo la comedia  de capa y espada, así como las comedias de magia , que alcanzan una sorprendente escenografía , con encantamientos , monstruos , etc. También triunfaron los autos sacramentales y los sainetes , herencia del teatro popular barroco, con autores como Ramón de la Cruz.
- Teatro neoclásico Adopta las nuevas modas que llegan de Francia. En consecuencia, se impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada «regla de las tres unidades», que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se estableció la separación de lo cómico y lo trágico. Se impuso la contención imaginativa, eliminando todo aquello que se consideraba exagerado o de «mal gusto». Se adoptó una finalidad educativa y moralizante, que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso.
El autor más representativo de esta corriente fue Leandro Fernández de Moratín, creador de lo que se ha dado en llamar «comedia moratiniana», con la que ridiculizó los vicios de su época, en un claro intento de convertir el teatro en un vehículo para cambiar las costumbres.
Aunque normalmente olvidada por los libros de texto, el ideal de belleza neoclásico se encarna, sobre todo, en las tragedias, que por entonces eran entendidas como imitación de la vida de los héroes, sujetos más que otros por razón de estado, a pasiones violentas y catástrofes. Es un teatro que privilegia la estaticidad sobre el dinamismo y que se ajusta rigurosamente a las famosas reglas de las tres unidades (de tiempo, lugar y acción).
Los personajes se caracterizan por mostrarse constantes a lo largo de todo el drama al carácter o genio que manifestó al principio; es decir, son personajes inmóviles, que no evolucionan a lo largo de la obra.
El tragediógrafo neoclásico -fiel al espíritu de la época- rechaza toda la hinchazón culterana y adopta un lenguaje inspirado en esa sencilla nobleza que postulaba Kant. En las tragedias, ese ideal se realizó a través de un compromiso entre un lenguaje de fondo coloquial y prosaico y los recursos de la retórica, que intentaban realzarlo para conseguir el tono solemne, o sublime, que requería la calidad de los personajes. Esta gravedad la consiguen a través de un lenguaje muy metonímico y sentencioso. La pieza trágica neoclásica se califica preferentemente como opus oratorium, en el cual las réplicas de los personajes cuentan mucho más por las enseñanzas que dirigen al público que al desarrollo de la trama. Así, la tragedia se convierte en una función que esencialmente hay que oír. Además, al hablar, no dialogan verdaderamente con los demás actantes presentes en la escena, ya que se dirigen esencialmente al público.
Esta concepción dramática influye, naturalmente, en la puesta en escena y en la interpretación. Así, se le quita mucha importancia al decorado, se impone que los actores ocupen siempre todo el espacio de las tablas y que diesen constantemente la cara al público, cosa lógica, siendo éste el verdadero destinatario del mensaje.
-Teatro prerromático: en las últimas décadas del siglo  XVIII , el sentimimentalismo prerromántico aparece en autores que se habían iniciado en el neoclasicismo. Como ejemplo de ellos ponemos a Jovellanos, con la obra El delincuente honrado.

Fernández de Moratín (1760-1828)
Fue el dramaturgo más importante del teatro neoclásico, gracias a la creación de una comedia de forma clásica y finalidad didáctica, que critica las costumbres de la época.
Era hijo de el también escritor Nicolás Fernández de Moratín. Se educó en un ambiente familiar culto e ilustrado. Viajó a lo largo de su vida por Francia, Italia e Inglaterra, y perteneció al pequeño grupo de ilustrados españoles. Fue nombrado director de la Junta de Reformas de los teatros en 1779, cuando promovió la difusión de este nuevo teatro. Durante la guerra de la Independencia, se puso al lado de José Bonaparte y desempeñó el cargo de bibliotecario mayor. Al ser derrotados los franceses, se vio obligado a exiliarse en Francia y murió en París en 1828.
Fernández de Moratín destacó por ser un hombre inteligente y culto, de carácter introvertido y difícil. Formado en la cultura francesa y en la estética neoclásica fue un afrancesado, lo cual se debió, como sucedió con otros ilustrados, a su admiración por lo que Francia representaba en su época, y porque pensaba que de allí podía venir la renovación para España y la solución de sus males: el atraso cultural y la pobreza.

Moratín escribió poesías satíricas y también otras en los diversos géneros de la lírica clásica: epístolas, odas y sonetos, romanes. Su producción poética se caracteriza fundamentalmente por la elegante contención y el equilibrio formal propios del neoclasicismo. Destacan los poemas: Lección poética , Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana , La despedida y Elegía a las musas.
Entre su abundante obra en prosa, didáctico crítica, la más conocida es La derrota de los pedantes , una sátira contra los malos escritores.
Pero destacó poque fue el mejor autor de teatro del siglo XVIII. Caracterizado por seguir fielmente las reglas del neoclasicismo, entre ellas las de las tres unidades, con lo que esto supone de limitación de posibilidades y de dificultad para una mejor aceptación por parte del público. Su idea, también, de la utilidad del arte, característica del siglo, hace que los temas se limiten a la crítica de costumbres. Moratín pretendía, como él mismo expresa, "poner en ridículo los vicios y errores comunes en la sociedad, y recomendar la verdad y la virtud".
Tres de sus comedias tienen un único asunto: la defensa de elección de los jóvenes para contraer matrimonio: El viejo y la niña , El sí de las niñas y El barón. La comedia nueva o El Café es una sátira contra los dramones extravagantes que se representaban en su tiempo. En La Mojigata satiriza la falsa piedad, la hipocresía.
Su comedia más famosa e importante es El sí de las niñas (1801) y tiene un argumento muy sencillo: Paquita es coaccionada por su madre, doña Irene, para contraer matrimonio con un maduro caballero, don Diego. Paquita está enamorada de un joven y apuesto militar, Carlos, sobrino de don Diego. Carlos y Paquita, a pesar del amor que se tienen, están dispuestos a renunciar a él, pero don Diego se entera y es él quien renuncia para que se case la joven pareja.
El sí de las niñas es una comedia de perfecta construcción, con caracteres bien diseñas y un diálogo natural y adecuadamente elaborado. Aunque en la actualidad su tema haya quedado trasnochado, en aquel tiempo significó un planteamiento progresista que intentaba denunciar unas costumbres y prejuicios sociales muy arraigados.