Mercè de la Calle y Georgina Lamiel
Jorge Manrique
Biografía
Jorge Manrique nació el 24 de abril en Paredes de la Nava (Palencia) aunque también cabe la posibilidad que haya nacido en Segura de la Sierra (Jaén). También se suele afirmar que nació entre la segunda mitad de 1439 y la primera de 1440, pero lo único cierto es que no nació antes de 1432, cuando quedó concertado el matrimonio de sus padres, ni después de 1444, cuando Rodrigo Manrique, muerta doña Mencía de Figueroa, madre de Jorge Manrique y provinente de Beas de Segura, pidió casarse otra vez. És, un poeta español del prerrenacimiento que escribió Coplas a la muerte de su padre una de sus obras más conocidas y un clásico de la literatura española de todos los tiempos.
Su padre, Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, que era maestre de la Orden de Santiago, que nunca fue oficialmente reconocido como tal, fue uno de los hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro en 1476. Su madre murió cuando Manrique era un niño. Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano. Su tío, Goméz Manrique,era también poeta eminente y autor dramático, y no faltaron en su familia otros hombres de armas y letras. La familia de los Manrique de Larra era una de las más antiguas familias nobles de España y poseía algunos de los títulos más importantes de Castilla. Jorge Manrique se casó en 1470 con la joven hermana de su madrastra, doña Guiomar.
A los 24 años participo en los combates del asedio del castillo de Montizón en Villamanrique, Ciudad Rea,l donde ganará fama y prestigio como guerrero. Permaneció un tiempo preso en Baza, un pueblo de Granada, donde murió su hermano Rodrigo, tras su entrada militar en la ciudad para ayudar a sus aliados, los Benavides, frente a los delegados regios (el conde de Cabra y el mariscal de Baena). Se enroló después con las tropas del bando de Isabel y Fernando en la batalla contra los partidarios de Juana la Beltraneja. Como teniente de la reina en Ciudad Real, junto a su padre don Rodrigo, hizo levantar el asedio que a Uclés habían puesto Diego López Pachego y el arzobispo de Toledo Alfonso Carrilo de Acuña. En esa guerra, en una escaramuza cercana al Castillo de Garzamuñoz en Cuenca, defendido por el Marqués de Villena, fue herido de muerte en 1479, probablemente hacia la primavera. Como con el nacimiento, hay distintas versiones sobre el suceso: algunos cronistas como Hernando del Pulgar y Alonso de Palencia dan testimonio de que murió en la misma pelea, frente a los muros del castillo, o justo a continuación. Otros, como Jerónimo Zurita, sostuvieron con posterioridad (1562) que su muerte tuvo lugar días después de la batalla, en Santa María del Campo de Rus (Cuenca), donde estaba su campamento. Rades de Andrada:señaló cómo se le encontraron entre sus ropas dos coplas que comienzan ¡Oh mundo!, pues que me matas.... Fue enterrado en el monasterio de Uclés. La guerra terminó pocos meses después, en septiembre.
Fue más un guerrero que escritor, pese a lo cual fue también un insigne poeta, considerado por algunos como el primero del Prerrenacimiento. El español sale de la Corte y de los monasterios para encontrarse con el autor individual que frente a un hecho trascendental de su vida, resume en una obra todo el sentir de su corta existencia y salva para la posteridad no sólo a su padre como guerrero, sino a sí mismo como poeta.
Obra:
Su obra poética no es extensa, apenas unas 40 composiciones. Se suele clasificar en tres grupos: amoroso, burlesco y doctrinal. Son, en general, obras satíricas y amorosas convencionales dentro de los cánones de la Poesía cancioneril de la época, todavía bajo influencia provenzal( la lengua de moda del momento), con un tono de galantería erótica velada por medio de finas alegorías. Sin embargo, entre toda ella, destacan de forma señera por unir tradición y originalidad las Coplas por la muerte de su padre. En ellas Jorge Manrique hace el elogio fúnebre de su padre, Don Rodrigo Manrique, mostrándolo como un modelo de heroísmo, de virtudes y de serenidad ante la muerte. El poema es uno de los clásicos de la literatura española de todos los tiempos y ha pasado al canon de la literatura universal. Lope de Vega llegó a decir de ella que «merecía estar escrita en letras de oro». En ella se progresa en el tema de la muerte desde lo general y abstracto hasta lo más concreto y humano, la muerte del padre del autor. Esboza Manrique la existencia de tres vidas: la humana y mortal, la de la fama, que es más larga, y la eterna, que no tiene fin. El propio poeta se salva y salva a su padre mediante la vida de la fama que le otorgan no sólo sus virtudes como caballero y guerrero cristiano, sino mediante la palabra poética.
La memoria que deja su hijo en estas coplas y que sirve para salvar tanto al padre guerrero como al hijo poeta para la posteridad. La métrica adoptada, la copla de pie quebrado, presta al poema, al decir de Azorín en Al margen de los clásicos, una gran sentenciosidad y un ritmo quebradizo y fúnebre como el repique funeral de una campana. La inspiración bíblica viene desde el Eclesiastés y los Comentarios morales al Libro de Job de San Gregorio. Resuena asimismo el fatalismo de los tópicos medievales del ubi sunt?, vanitas vanitatum, homo viator. Se dispone actualmente de una edición crítica de las Coplas debida a Vicenç Beltrán (Barcelona: PPU, 1991); los testimonios más antiguos de las Coplas a la muerte de su padre proceden de los cancioneros de Baena, de Egerton y de Oñate-Castañeda, así como de las primeras ediciones (las de Hurus y Centenera). Fueron glosadas por innumerables autores (Alonso de Cervantes, Rodrigo de Valdepeñas, Diego Barahona, Jorge de Montemayor, Francisco de Guzmán, Gonzalo de Figueroa, Luis de Aranda, Luís Pérez y Gregorio Silvestre) e incluso merecieron el honor de una traducción al latín, y su influjo se hace sentir en grandes poetas como Andrés Fernández de Andrada, Francisco de Quevedo o Antonio Machado.
Los recursos métricos de su poesía prefieren las formas pequeñas y preciosistas frente a las vastas composiciones denominadas decires. Se limitan al uso reiterado de la Poesía trovadoresca la copla real, la copla castellana, la copla de pie quebrado la esparza (una sola estrofa que condensa un pensamiento artísticamente expresado) y la copla de arte menor. La rima en ocasiones no está muy cuidada. No abusa del cultismo y prefiere un lenguaje llano frente a poetas como Juan de Mena y el Marqués de Santillana y, en general, de lírica trobadoresca de su tiempo; ese es un rasgo que individualiza bastante al autor en una época en que la presunción cortesana hacía a los líricos de la época exhibir su ingenio mediante un prematuro conceptismo o bien demostrando sus conocimientos con el latinizamiento de la Escuela alegórico-dantesca. El estilo de Jorge Manrique anuncia la claridad y el equilibrio renacentistas, y la expresión es llana y serena, acompañada de símiles, como es propio del sermo humilis o estilo humilde, el natural y común de la literatura didáctica. Hay incluso vulgarismos, que dan un aire de sencillez y sobriedad, y que los hace encajar perfectamente en las técnicas retóricas y juegos de palabras típicos de los poetas cuatrocentistas. Por otra parte, la importancia que se da a la vida que proporciona la fama y la gloria mundana, frente al ubi sum típico medieval, es también un rasgo de antropocentrismo que anuncia el Renacimiento.Las dos composiciones dedicadas a su mujer deben ser de la época de su matrimonio, hacia 1470; las Coplas, del verano de 1477; las Cóplas póstumas serán, según la rúbrica que las acompaña, de poco antes de su muerte y la Pregunta a Guevara, de hacia 1465.
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